50 años después de su fundación, el NIDA insta a seguir la ciencia para ir más allá del estigma

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El NIDA avanza en la ciencia de las adicciones durante 50 años - logo
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El NIDA celebra su 50º aniversario en 2024. El 14 de mayo de 1974, una ley del Congreso creó el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por su sigla en inglés), y desde entonces el NIDA ha guiado al mundo en la financiación y realización de investigaciones sobre el uso y la adicción a las drogas. La investigación del NIDA ha sido fundamental en el cambio de mentalidad de la medicina y el público en ver la adicción como una desviación, a entenderla como una afección de salud que se puede prevenir, tratar y que merece compasión y apoyo.

Nuestro Instituto fue fundado solo tres años después de que Richard Nixon declarara que el abuso de drogas era el "enemigo público número uno". Esta retórica reforzó poderosamente el estigma contra las personas con adicción y del castigo como la solución. En ese momento, las personas con adicción a menudo eran consideradas como moralmente deficientes y débiles de voluntad, incluso por muchos proveedores de atención médica y se pensaba que abordar los problemas de drogas de la nación era principalmente una cuestión de vigilancia. Se sabía muy poco sobre la neurobiología de los efectos de las drogas o cómo la adicción cambiaba el cerebro. Había poca prevención efectiva, y el único tratamiento disponible para la adicción a las drogas era la metadona. La reducción de daños por consumo de drogas ilícitas no formaba parte del discurso público.

Mucho ha cambiado en 50 años. La inversión que ha hecho el NIDA en la ciencia básica nos ha dado un conocimiento detallado de la neurobiología de la recompensa y el refuerzo, la genética de la vulnerabilidad a la adicción y los determinantes ambientales que pueden empeorar o mitigar esa vulnerabilidad y los mecanismos por los cuales ejercen su influencia. Ahora entendemos las maneras en que los cerebros de las personas susceptibles pueden ser remodelados por el consumo de drogas y las consecuencias que esto puede tener en sus emociones, cognición y autodeterminación, junto con el sufrimiento que conlleva la adicción. Esta comprensión científica ha hecho posible abordar la adicción como una condición médica y un asunto de salud pública.

El conocimiento resultado de la investigación del NIDA también ha dado lugar a una ciencia sólida y estricta en la prevención del consumo de drogas. Los investigadores han aprovechado el conocimiento de los factores de riesgo y protección para diseñar programas de intervención integrales eficaces dirigidos a prevenir el inicio del consumo de sustancias y su avance a la adicción en adolescentes y adultos jóvenes. Algunas de estas intervenciones, como Strong African American Families (en inglés), han demostrado beneficios en mitigar los impactos de la pobreza en el desarrollo neurológico. Algunos, como Raising Healthy Children (en inglés) incluso han demostrado beneficios para los hijos de las personas que recibieron las intervenciones.

El cambio hacia un enfoque médico de la adicción también ha facilitado la inversión pública y privada en el desarrollo de medicamentos y la implementación de políticas que han integrado la atención de las personas con trastornos por consumo de sustancias en la atención médica general. La Ley de Tratamiento del Abuso de Drogas de 2002, por ejemplo, permitió que el medicamento buprenorfina, recientemente aprobado y desarrollado a través de la investigación del NIDA, fuera recetado por médicos regulares si obtenían una exención. En 2008, la Ley de Paridad en la Salud Mental y Equidad en la Adicción exigió a las aseguradoras proporcionar beneficios para el tratamiento para el consumo de sustancias en la misma medida en que cubrían otras formas de cuidado de la salud mental. Durante la pandemia del COVID-19, se amplió la capacidad de los médicos para brindar atención a la adicción a través de la telesalud y se eliminó el requisito de exención para la buprenorfina, lo que aumentó aún más el grupo de posibles profesionales que prescriben.

A partir de la epidemia de SIDA de la década de los 80 y el posterior descubrimiento del VIH y la aparición de tratamientos antivirales, la investigación sobre la adicción financiada por el NIDA y otros institutos de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por su sigla en inglés) reveló la interdependencia del consumo de drogas y las enfermedades infecciosas. Y la investigación financiada por el Programa de Investigación del VIH del NIDA (originalmente, el Programa de Investigación del SIDA) condujo al paradigma del tratamiento como prevención y otros avances científicos.

Pero aún nos queda un largo camino por recorrer.

Estados Unidos experimenta la peor crisis por sobredosis de drogas en su historia, con 110,000 personas que mueren anualmente. Desafortunadamente, a pesar de contar con herramientas efectivas para prevenir y tratar los trastornos por consumo de sustancias, éstas no se implementan lo suficiente. Aún si la ciencia médica ha cambiado sus puntos de vista sobre la adicción, las políticas y las estructuras sociales han sido más lentas en seguir la ciencia hacia un enfoque basado en la salud pública.

Las intervenciones de prevención del consumo de sustancias que son eficaces y rentables no son aplicadas ampliamente. El tratamiento de la adicción basado en la evidencia sigue siendo distribuido de manera desigual y, para algunos, es difícil de conseguir. Las desigualdades raciales hacen que sea mucho más difícil para las personas negras y otros grupos subrepresentados tener acceso a medicamentos efectivos. Las personas que viven en comunidades rurales pueden presentar dificultades particulares para acceder a la atención médica.

La mayoría de las sobredosis fatales cada año involucran los opioides. El trastorno por consumo de opioides se puede tratar con uno de los tres medicamentos aprobados por la FDA, buprenorfina, metadona y naltrexona, pero actualmente solo el 18% de las personas que podrían beneficiarse de estos medicamentos los reciben. Los proveedores que podrían recetar buprenorfina aún no lo hacen, posiblemente debido a la falta de confianza en el tratamiento para el trastorno por consumo de sustancias, el estigma o el reembolso inadecuado. Más de medio siglo después de su aprobación por parte de la FDA para la adicción a los opioides, la metadona aún solo se puede obtener a través de clínicas especializadas, a pesar de la evidencia de que podría dispensarse de manera mucho más amplia, y aún segura, en consultorios médicos o farmacias. Todavía no tenemos medicamentos para tratar otros trastornos por consumo de drogas, como la adicción a los estimulantes, que están relacionados con un número creciente de muertes por sobredosis; o la adicción al cannabis, cuyo uso regular está aumentando en función de su legalización por parte de la mayoría de los estados.

El NIDA está comprometido a abordar estos desafíos. Nuestro programa de desarrollo de medicamentos, que se ha ampliado drásticamente, analiza muchos compuestos nuevos y objetivos farmacológicos prometedores, incluyendo las posibles farmacoterapias para la adicción a la metanfetamina. También financiamos una variedad de enfoques de tratamiento novedosos, incluyendo las inmunoterapias (vacunas y anticuerpos monoclonales) y la neuroestimulación no invasiva que algún día podrían hacer que la adicción sea cosa del pasado (en inglés). Además, invertimos en la investigación de criterios de valoración alternativos a la abstinencia, como la reducción del consumo de drogas, como un resultado de tratamiento clínicamente significativo que podría conducir a una variedad más amplia de medicamentos para ayudar a las personas con trastornos por consumo de sustancias.

En los últimos años, el NIDA también ha aumentado considerablemente su financiación para la investigación de aplicación. Así ha encontrado maneras para superar las barreras actitudinales y estructurales para la prevención y el tratamiento del trastorno por consumo de sustancias, y para ampliar el acceso a la atención dónde y cuándo las personas la necesiten, como en los departamentos de emergencia, lugares de atención primaria y los entornos judiciales.

Un gran porcentaje de personas en cárceles y prisiones presentan un trastorno por consumo de sustancias no tratado, a menudo un trastorno por consumo de opioides, y un porcentaje impactante presentan una sobredosis mortal tras su liberación debido a la disminución de la tolerancia junto con los peligros del fentanilo en el suministro de drogas. La Red de innovación sobre opioides de la comunidad judicial (Justice Community Opioid Innovation Network, JCOIN) del NIDA prueba modelos para prevenir estas muertes iniciando el tratamiento durante el encarcelamiento. Los estudios de JCOIN han demostrado que tanto las muertes por sobredosis como la reincidencia podrían reducirse proporcionando medicamentos durante el tiempo en prisión y asegurando la continuidad del tratamiento después de ser liberados. Por lo tanto, un mayor acceso al tratamiento podría reducir la delincuencia, además de salvar vidas.

A través de nuestra Iniciativa de Equidad Racial, el NIDA financia esfuerzos de investigación y desarrollo de capacidades para abordar las disparidades raciales y otras disparidades de salud. El programa Native Collective Research Effort to Enhance Wellness (NCREW, por su sigla en inglés) es una nueva iniciativa que se asocia con organizaciones tribales para abordar el consumo indebido de opioides y mejorar el manejo del dolor en las comunidades nativas de manera que incorporen el conocimiento y la experiencia indígena.

Las personas con trastornos por consumo de sustancias merecen atención incluso si no están listas o no pueden buscar tratamiento. La red de investigación para la reducción de daños del NIDA, conformada hace poco más de un año, explora nuevas formas para prevenir la pérdida de vidas causadas por sobredosis en maneras que van más allá de proporcionar medicamentos o terapias conductuales. Los enfoques investigados a través de esta red tienen el potencial de sumarse a los enormes beneficios de los enfoques de reducción de daños existentes, como la distribución de naloxona y la educación sobre sobredosis y los programas de servicios de jeringas.

Medio siglo después de la fundación del NIDA, la ciencia de la adicción ha dado lugar al entendimiento de que ya no podemos ver a las personas que consumen drogas en términos de oposición y punición. Los fracasos de esa mentalidad, la ineficacia del castigo para mitigar la adicción y sus consecuencias, su exacerbación de las disparidades raciales y otras disparidades de salud, y su creación de estrés y trauma para las comunidades, han sido bien documentados. Las personas que consumen drogas pueden ser aliadas en la búsqueda científica de soluciones, y esto debe ser reconocido por la ciencia de las adicciones. Un componente importante en el desarrollo de soluciones efectivas debe ser un enfoque científico comprometido con la comunidad que considere a las personas con experiencia vivida y que viven en el uso de drogas y la adicción como socios de investigación con experiencia valiosa.

Tan importantes como los desarrollos científicos y tecnológicos que el NIDA ha financiado durante su primer medio siglo son los cambios culturales que la investigación ha fomentado y seguirá fomentando: ir más allá del estigma hacia la compasión y, con ella, mejorar la atención.

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.